miércoles, 22 de abril de 2015

¿Conoces el ‘Síndrome del Emperador’?




Uno de los conjuntos de actitudes y conductas que más preocupan a los padres es la del hijo que se vuelve el amo indiscutible de la familia, sometiendo a los demás integrantes del seno familiar a sus exigencias y caprichos, escogen qué comida hay que cocinar, dónde viajará la familia para pasar las vacaciones, el programa de televisión que se verá en casa, etcétera.
Para conseguir sus propósitos, gritan, amenazan y agreden física y psicológicamente a sus padres. Se podría decir que su nivel de empatía (capacidad para ponerse el lugar de otro) no está del todo desarrollado. Por esta razón parece que no sean capaces de experimentar sentimientos como el amor, la culpa, el perdón o la compasión.
Quien no acata los imperativos del niño es víctima de escandalosos berrinches y hasta agresiones. La violencia que ejercen los hijos hacia sus progenitores, aprendiendo a controlar psicológicamente a éstos, redunda en conseguir que obedezcan y cumplan con sus deseos. Esta característica en la personalidad de los niños también ha recibido el denominativo de “hijos dictadores”, a causa del dominio incontestable que ejercen en el seno familiar.
Características del niño emperador
Suelen mostrar rasgos propios del egocentrismo y carecen de tolerancia a la frustración: ya que no aceptan un “no” como respuesta. Estos rasgos no pasan desapercibidos en el entorno familiar, y mucho menos en el escolar. Son niños que no han aprendido a auto-controlarse ni a regular sus propios sentimientos y emociones. Tienen la habilidad de conocer las flaquezas de sus padres, a quienes acaban manipulando en base a amenazas y agresiones.
Causas biopsicosociales del Síndrome del Emperador
Tiene causas de origen psicosocial. De este modo, se señala la decisiva influencia del cambio en el modelo laboral y social, factor que repercute en la cantidad y calidad del tiempo que los padres pueden dedicar a sus hijos.
Los factores de crianza que pueden gatillar que el niño adquiera patrones conductuales del Síndrome del Emperador es el escaso tiempo de los padres para educar y establecer normas y límites a sus hijos. Las largas jornadas laborales hacen que los padres se ausenten largos periodos de tiempo en casa ocasionando un estilo educativo de tipo culposo, y siendo propensos a consentir y sobreproteger a los hijos.
También suele observarse en estos niños una falta de hábitos familiares afectivos, descuidando la necesidad de jugar e interactuar con los hijos.
El estilo educativo imperante décadas atrás se basó en el autoritarismo: padres que gritaban, que dictaban órdenes y que ejercían un control punitivo sobre las conductas de los hijos. En cierto modo por miedo a volver a caer en ese estilo que muchos padecieron en sus propias carnes, el estilo educativo actual ha virado hacia el extremo opuesto: la ultra permisividad.
Por eso es importante recordar que la autoridad no es lo mismo que el autoritarismo: los padres deben ejercer un grado controlado e inteligente de autoridad, de forma sana y adecuándose a las necesidades educativas y evolutivas de cada niño.
Educación en familia y en la escuela
Los padres dubitativos que ejercen una educación libre de límites, descuidan establecer marcos de referencia para las conductas de los hijos.
Mientras los padres han cedido ya toda su autoridad, los maestros se ven en la necesidad de marcar límites a unos niños que han sido educados para desobedecerlos y desafiarlos en favor de sus exigencias. Se llega a dar el caso de que los maestros que tratan de establecer normas reciben la desaprobación y las quejas de los padres, que no consienten que nadie ejerza autoridad alguna sobre sus hijos. Esto refuerza y consolida al niño emperador en su actitud.
El niño emperador en la adolescencia
En la etapa de la adolescencia, los niños emperadores han consolidado sus pautas conductuales y morales, siendo incapaces de concebir algún tipo de autoridad externa que les imponga ciertos límites. En los casos más graves, pueden llegar a agredir a sus padres, siendo una denuncia ampliamente reportada en las comisarías y cada vez más frecuente. De hecho, son las madres las que se llevan la peor parte, quienes sufren, comparativamente, mayor proporción de agresiones y vejaciones por parte de sus hijos.
Una buena educación desde la infancia

Es imprescindible forjar una base sólida en la educación de los niños. Para educar a futuros niños, adolescentes y adultos sanos, libres y responsables, es preciso no renunciar a poner límites claros, permitir a los niños experimentar cierto grado de frustración para que puedan comprender que el mundo no gira en torno a ellos, y el respeto hacia las demás personas. Solo así se comprometerán con sus objetivos y se esforzarán por alcanzar sus metas, tomando consciencia del valor de las cosas.
María José Veas
Interna de Psicología
Universidad Gabriela Mistral

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