jueves, 23 de julio de 2015

Dependencia emocional: ¿qué es?


El patrón de dependencia emocional en el sujeto se observe a lo largo de su vida y con las diferentes parejas que tenga. Esta dependencia sentimental hace referencia a la necesidad de amor y vínculo afectivo. Las personas que la sufren tienen un gran miedo a estar solas y no pueden concebir su vida si no es al lado de una pareja sentimental.
Resulta significativo que muchas de las personas que son dependientes emocionales buscan parejas con un carácter dominante, con un perfil psicológico que tiende hacia el egoísmo y el narcisismo, posesivas y autoritarias. En algunos casos, el dependiente emocional refiere haber sufrido algún tipo de maltrato físico o psicológico por parte de su pareja, lo cual no resulta extraño teniendo en cuenta el perfil que hemos comentado. La persona dependiente tiende a idealizar a su cónyuge, viviendo en una cierta sumisión hacia él.
La persona afectada es capaz de reconocer el maltrato y el menosprecio que sufre a diario, pero no tiene la capacidad para dejar de estar ‘enganchada’ a su pareja. Pide perdón incluso por cosas que no han hecho, con el fin de mostrarse tierno y sumiso ante su pareja; para ganar su aprobación y amor. También pueden gastarse mucho dinero en regalos y en general mantendrán una actitud de atenciones y gestos con los que tener contenta a la pareja y satisfacerla en todo momento.
Posibles causas
Normalmente, el fondo del problema de la dependencia se encuentra en una pobre autoestima, que conduce al dependiente emocional a desvalorizarse sistemáticamente. Se muestran críticos consigo mismos y con su forma de ser, hasta el punto de sentirse inferiores y culpables, incluso, del menosprecio que puedan recibir por parte de sus parejas sentimentales. La situación se torna aún más insostenible con el paso del tiempo, en que el transcurso de la relación agrava la relación subordinada del dependiente emocional respecto a su pareja, que ejerce un rol dominante.
De este modo, el menosprecio de la persona dominante hacia el dependiente emocional se incrementa, llevando al extremo su subordinación. También es común observar que este tipo de relaciones acaban rompiéndose en poco tiempo, pero eso no soluciona el problema. El dependiente intentará volver una y mil veces con su ex pareja. Esta dinámica conduce a una situación de círculo vicioso, puesto que el desprecio del dominante aumenta, así como disminuye la autoestima y dignidad de la persona dependiente emocional. La persona que padece este tipo de dependencia emocional necesita permanecer en contacto con su pareja, y si el vínculo se rompe del todo, surge una suerte de síndrome de abstinencia emocional.
En estos casos, se pueden producir enfrentamientos airados con amigos y familiares. El dependiente emocional se percata de que sus allegados intentan aconsejarle de que su situación psicológica ante la relación no es la más adecuada, pero éste insiste en defender su relación. La comorbilidad de la dependencia emocional se asocia con cuadros ansiosos o depresivos, aparte de la falta de autoestima que ya hemos comentado, que se ve aumentada al tomar conciencia de que se está arrastrando para recuperar el amor de alguien que no solamente no le quiere sino que le desprecia y maltrata.
En este cuadro, es muy habitual observar que la persona dependiente cree firmemente que su pareja es superior y por tanto merece que todo su entorno reconozca esto y le colme de alabanzas y respetos. Esto puede acarrear un resquebrajamiento de la relación con amigos y familiares, cosa que produce que su dependencia emocional se vea reforzada puesto que solo encontrará el apoyo en la pareja.
Psicoterapia: abordando el problema de la dependencia emocional
Resulta imprescindible iniciar rápidamente la terapia psicológica a fin de conseguir desvincularse emocionalmente de la pareja. No hacerlo y seguir en dinámicas negativas puede conllevar consecuencias nefastas, ya que no es raro que del menosprecio se pase al maltrato psicológico y hasta al maltrato físico en último término. Para evitar entrar en las dinámicas crecientemente peligrosas, es importante empezar tratamiento psicológico temprano, aunque esto a la práctica es difícil de conseguir.
Tal como ocurre en las diferentes adicciones, el primer paso es que el afectado sea capaz de reconocer que tiene un problema y decida buscar la manera de solucionarlo. Este punto es muy difícil: el dependiente logrará encontrar múltiples excusas y justificaciones para su conducta. Suelen ser del tipo: “Vosotros no lo/la conocéis bien”, “Me quiere mucho”, “Nadie es perfecto”, “La culpa es mía también”… Es prácticamente imposible lograr que funcione una terapia que no haya sido requerida por el propio afectado, e igual que ocurre con las demás adicciones, será necesario una ruptura absoluta con la pareja.
María José Veas
Interna de Psicología 
Universidad Gabriela Mistral

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