domingo, 11 de octubre de 2015

PARTICIPACIÓN Y AUTONOMÍA El sector descifra las claves del paciente empoderado en #CarnavalSalud

¿Y qué es un paciente empoderado? Esta traducción de la palabra inglesa empowered puede resultar algo extraña para algunos. Sin embargo, en la jerga sanitaria apareció hace no muchos años el concepto -para referirse a la ruptura con el paciente pasivo y la llegada de uno más sabio, más informado, en teoría, mejor- y abrió un debate que aún hoy continúa vigente.
Enrique J. Cortés | enriquejavier.cortes@unidadeditorial.es
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Seguimos ahora descifrando cómo se forma a ese paciente 'experto', qué herramientas son necesarias, qué ventajas e inconvenientes trae todo ello consigo e incluso si no ha sido todo un espejismo y hablamos de algo tan sencillo como la participación del paciente en su propia salud.
Son estos los temas que se han planteado con motivo del #CarnavalSalud del mes de Marzo organizado por la plataforma sanitaria 2.0 Wikisanidad. A lo largo de la pasada semana, profesionales del mundo sanitario han podido intercambiar vía Twitter puntos de vista, ofrecer opiniones y dar a conocer sus inquietudes, o no, en lo referente a este concepto del paciente empoderado que muchos prefieren calificar de proactivo, involucrado, informado, copartícipe, e-paciente y un sinfín de calificativos más que, según creen, se identifican mucho mejor con la esencia de este paciente que puede y debe participar en la gestión de su enfermedad (crónica, sobre todo) y que, además, lo hace de igual a igual con su médico.
Aunque generalmente se asocian los términos de paciente empoderado y de e-paciente, los profesionales del blog Salud Conectada quieren hacer aquí una clara diferenciación. Así, es perfectamente compatible un paciente atecnólogo que, a su vez, esté muy involucrado en su tratamiento sanitario y viceversa. Es decir, que los niveles de participación o no, no dependen sólo de las herramientas de las que se dote al paciente o de su nivel tecnológico sino, por encima de todo, de la actitud activa de éste hacia todo lo relativo a su salud. Según apuntan en Bioética para Enfermeros, el empoderamiento del paciente también va unido directamente al concepto de autonomía.
¿Existe o no existe?
Es en la cuestión de la implantación o no de este tipo de paciente donde el debate muestra voces más disonantes. Mientras algunos opinadores están convencidos de su triunfo y de su completa adaptación en nuestra sociedad, otros, como los autores de Mi Propia Medicina, no creen que se trate de ningún nuevo estilo de enfrentarse a la salud ya que, según apuntan, siempre ha habido pacientes más o menos involucrados en las diferentes cuestiones que les atañen, convirtiéndolo en una modalidad más a que que no es necesario poner nombre. Desde Salud Conectada, sin embargo, no dan al término una importancia primordial ni creen en que el paciente empoderado pueda ser tratado como una totalidad sino, más bien, una forma participativa que va y viene y que fluctúa entre diferentes tipos de personas. De esta forma, tendríamos más bien que hablar de distintos niveles de emponderamiento del paciente.
Los más negativos defienden que, sin una verdadera participación de los pacientes en la elaboración de los Planes de Salud que regirán los tratamientos, la atención y todos los aspectos relativos, jamás habrá un verdadero empoderamiento de éstos. Creen que si ya es difícil involucrar a los profesionales, el camino por recorrer en cuanto a los pacientes es aún mayor. Desde el blog Diabetes Tipo 1, los expertos aseguran que el paciente empoderado no es sólo una realidad sino también una necesidad.
El empoderamiento en cifras
En cualquier caso, y como señalan los blogueros de Comunicación en Salud, lo que no es discutible es la revolución digital que, como en otros aspectos, se ha producido en el mundo de la salud en general y para los pacientes en particular. Los estudios realizados sobre el tema arrojan datos abrumadores. Según el III Estudio Bupa-Sanitas Health Pulse, al 74 por ciento de los españoles les gustaría acceder a su historial clínico on line y el 84 por ciento de los ciudadanos accede a la red para consultar temas relacionados con la salud. Además, el 60 por ciento de los encuestados quisiera comunicarse directamente con su doctor vía email o mediante un chat on line y al 57 por ciento les gustaría poder contar con un servicio de consulta online que permitiese el envío de imágenes y la obtención de un diagnóstico por parte del profesional sanitario.
Es aquí donde llega uno de los temas candentes del proceso. Y es en la disyuntiva entre los beneficios y perjuicios que un paciente más comunicado e informado -no necesariamente más empoderado- puede conllevar. Aunque, como recalcan participantes como Epi y Mas, el fantasma de la cibercondria  y la 'mala' información sobrevuela el entorno del paciente 2.0, los profesionales se muestran en general positivos en cuanto a los beneficios que Internet, las TIC o las aplicaciones móviles y dispositivos de salud pueden aportar en la creación de un paciente más eficiente en la autogestión sanitaria.
En cualquier caso, el acento lo ponen ciertos blogueros (Revista de Calidad Asistencial) en el sistema sanitario y en los facultativos más que en los receptores. Y es que, a su juicio, ninguno de los dos están preparados para este nuevo tipo de paciente que se mueve rápidamente, que consulta y contrasta y que exige, por tanto, mayores capacidades. En la misma línea aunque con prisma contrario, los autores aseguran que un paciente bien informado utiliza el sistema sanitario de una forma mucho más equilibrada (especialmente en cuanto a consulta, riesgos de la automedicación y vías de prevención).
Algunos de los participantes en #CarnavalSalud como Cuadernillo de Enfermería han querido señalar también la importancia del empoderamiento de los cuidadores. Y es que, en dos focos de población en concreto (los más débiles además ante muchas enfermedades) como es el de los mayores y los niños, toda la responsabilidad de la gestión, la información y la atención recae sobre los profesionales del cuidado asistencial, los familiares, etc. Es a estos a los que hay que suministrar todas aquellas herramientas y el saber necesario para que la asistencia sea eficaz y son los que pueden y deben hacer posible la participación y cooperación con el médico.
Dejando aparte reticencias y desconfianzas, algunos participantes como Salud y Comunicación han recalcado la gran labor que han hecho y continúan haciendo asociaciones de pacientes -de ámbito regional o nacional-, blogs sanitarios, páginas, perfiles en redes sociales y todo tipo de organizaciones orientadas al paciente en la preparación de guías (como la que se presenta en Aragón Investiga), programas de apoyo, índices y otros materiales que ayudan a los pacientes y responden a sus demandas de información, cultivando un mayor empoderamiento y una mayor autosuficiencia.

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