miércoles, 7 de mayo de 2014

Depresión

Comparto texto de Diplomado en Salud Familiar
 

La depresión es tan antigua como la humanidad misma. Durante muchos siglos fue manejada por amigos, brujos, sacerdotes, etc. y tratada con todo tipo de pócimas, brebajes, baños y cambios de ambiente, entre otros.

La historia del concepto de la enfermedad, asociada a los desórdenes del afecto, comenzó en la medicina occidental con el concepto de “melancolía”. Se le consideró como una perturbación de la mente caracterizada por una gran tristeza sin causa aparente y se le atribuyó a un “exceso de la bilis negra”. La historia de los desórdenes afectivos revela un calidoscopio de opiniones médicas pero con ciertas constantes unificadoras. La fórmula de “la gran tristeza sin aparente ocasión" y "la mente fija sobre un solo pensamiento" ha sido repetida a menudo desde el siglo V A.C. hasta el presente en la literatura médica occidental.

Actualmente, la depresión es uno de los problemas “emblemáticos” de salud mental en Atención Primaria. Esto debido a la prevalencia con que la encontramos en nuestros usuarios pero, por sobre todo, por su multicausalidad y la multiplicidad de factores asociados, que van desde elementos propios de la persona (biológicos, psicológicos), del contexto en el que se encuentra y de elementos más estructurales como los determinantes sociales de salud.

La depresión afecta la vida cotidiana del individuo, su familia y entorno. Como concepto agrupa una serie de síntomas: afectivos (tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida), cognitivos y somáticos, siendo estos últimos la forma de presentación más habitual de esta patología en la atención primaria. Esto nos lleva a una focalización de la búsqueda en factores orgánicos, olvidando que tras de una policonsulta de una patología crónica descompensada puede esconderse una depresión. La exploración del motivo de consulta debe equilibrar la búsqueda de estos tres síntomas, que estarán mediados por elementos orgánicos, biográficos, de contexto familiar y social.

Esto nos plantea un tremendo desafío como equipo de atención primaria: ¿Cómo hacer un diagnóstico y una intervención efectiva, pertinente y con sentido para nuestros usuarios? ¿Qué expectativas tiene un usuario con depresión de nuestra intervención en atención primaria? ¿Cómo debe ser nuestra relación de ayuda? ¿Qué elementos incorporar en el tratamiento?

Ocurre muchas veces en el cotidiano del hacer médico, que cuando se presenta un paciente con algún síntoma que pueda estar asociado a depresión, hacemos una exploración desde el plano biológico, que es quizás el terreno que mejor conocemos, y dejamos para un segundo momento la exploración psicosocial, o derivamos a profesionales de esa área, porque sentimos que no tenemos las herramientas suficientes como para abordarlo. Esto también se asocia a que el propio concepto de depresión es amplio y heterogéneo, y además nos remite a significados que están presentes en el imaginario social. Entonces, es importante reflexionar sobre qué entendemos por depresión, más allá del conjunto de síntomas que ésta agrupa y que no siempre son abordables por los instrumentos diagnósticos, relevando la importancia de la escucha activa y de las habilidades comunicacionales que nos permitan una mejor comprensión de la vivencia de la enfermedad.

Pero no podemos olvidar que hay muchos elementos relacionados con la depresión que no dependen sólo de nuestro accionar clínico en nuestro box. Los elementos sociales, culturales, el entorno donde está nuestro paciente, condiciones adversas de vida, eventos estresantes que son parte de su biografía, la estigmatización que vivencian los pacientes con problemas de salud mental, el imaginario social que se asocia a la depresión, trascienden la intervención que podamos hacer en nuestro centro de salud, siendo necesarias acciones a nivel de políticas públicas en donde nosotros podemos aportar sensibilizando, haciendo abogacía y haciendo visible el problema.

En este módulo pretendemos aportar elementos que permitan una mirada más integral, con una exploración y un diagnóstico que considere los diferentes factores que se interrelacionan con el paciente, su familia y entorno; como asimismo elementos para un trabajo integrado y conjunto con el equipo de salud y las redes existentes en la comunidad, contribuyendo a ampliar la gama de posibles intervenciones efectivas en nuestra relación de ayuda, y movilizando la reflexión colectiva para que nuestro accionar con usuarios con depresión traspase las paredes del box de atención.

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