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viernes, 1 de diciembre de 2017
viernes, 11 de septiembre de 2015
¿Qué hago? Mi hijo no quiere ir al colegio
Una escena frecuente en el ingreso escolar, suele ser el rechazo
de los niños a ingresar a clases. Esta situación, en muchas ocasiones comienza
en el hogar previamente, algunas veces con días de anticipación, y hasta puede
convertirse en un trastorno de ansiedad denominado “fobia escolar”. Las
actitudes de los adultos cercanos y significativos resultan fundamentales para
estimular o, por el contrario, desmotivar la asistencia y participación de los
niños en sus clases y actividades escolares.
Estas 10 actitudes favorecen el éxito ante el rechazo escolar:
1.
Póngase en el lugar del niño
Practicar la empatía es saber que el niño está saliendo de su zona de
comodidad, e ingresando con la inquietud habitual a un sitio con normas y
exigencias diferentes al hogar. Si estamos tranquilos respecto del lugar que
elegimos para su educación, podremos transmitirle la normalidad de lo que
siente, y usar algún ejemplo de nuestra propia vida en el que hayamos superado
la incomodidad inicial.
2. Escúchelo atentamente
Es fundamental que el pequeño pueda manifestar lo que le pasa, lo que siente y
lo que piensa. De acuerdo a su edad y madurez, dispondrá de diversos recursos
para comunicarse, es decir que si se trata de un niño pequeño, quizás lo
demuestre con llanto, malestar emocional o físico. La experiencia de ser
escuchado atentamente favorece su autoestima y esto lo fortalece para
afrontar la situación estresante.
3. No minimice
Lo que el niño está sintiendo es genuino, y por ello le apoyará saber que nadie
juzga sus sentimientos. La evaluación neutral del adulto quita dramatismo a la
situación estresante, hace que el niño se sepa comprendido, y así sea más fácil
afrontarla.
4. Ofrézcale recursos prácticos
Comente con él o ella algunas herramientas que pueda utilizar para atravesar
este momento: cantar una canción que le agrade, jugar un juego de palabras,
pensar en algo que le resulte gratificante si llegara a inquietarse. Es una
muestra práctica de que existe solución, y que sólo hay que transitar el
momento.
5. Valore la función escolar activamente
Las palabras que los niños oyen de sus padres y otros adultos respecto del
colegio colabora fuertemente en la construcción del significado de ir a la
escuela. Utilice este poder para construir un significado valioso, hablando del
colegio con genuino entusiasmo, como una vía de ganar conocimientos y
desarrollar habilidades que de otra manera serían inaccesibles. Plantee el
colegio como una aventura maravillosa.
6. No permita las ausencias injustificadas
Sostener en el tiempo la importancia de la función escolar resulta prioritario
si deseamos instalar el concepto. Si permitimos ausencias con argumentos
livianos, estaríamos boicoteando el proceso que hemos iniciado. Revise su
propia motivación y ansiedades si se descubre argumentando a favor de las
ausencias sin un motivo potente.
7. Tranquilice y refuerce
No amenace ni castigue al pequeño a causa de la dificultad que está
experimentando. Esta actitud podría tirar por la borda los esfuerzos realizados
y complicar aún más la situación. Atienda a cada pequeño avance y refuércelo
con aprobación y muestras de legítima alegría. El reconocimiento es por
excelencia gratificante para los seres humanos.
8. Acuerde con el docente una actitud común
Genere un momento o reunión para conversar a solas con el docente del niño y
acordar estrategias. De ser necesario, busque asesoramiento en el Equipo de
profesionales de la institución escolar. Para el alumno, percibir la coherencia
entre lo que dicen y hacen los adultos en casa y el colegio, ayuda a generar
una noción de importancia para el medio en el que se encuentra el niño.
9. Demuestre su interés
Exhibir con claridad que nos importan los temas y actividades que se
desarrollan en la escuela, afirma nuestra labor hacia la conducta del niño.
Permanecer involucrados afirma con hechos lo que estamos planteando con
palabras, lo cual resulta siempre más efectivo en las modificaciones que
estamos buscando.
10. Consulte a los profesionales
En caso de existir síntomas orgánicos, descarte la posibilidad de una
enfermedad con el médico pediatra. Si el rechazo escolar persiste, realice una
consulta psicológica infantil para hacer una adecuada evaluación e iniciar un
tratamiento psicoterapéutico.
Marcela Monte,
Psicóloga,
UNSL, Argentina.
Cristopher Palacios C.
Interno de Psicología
Universidad Mayor
sábado, 5 de septiembre de 2015
La deuda que tenemos como humanidad con la primera infancia
Comparto nota realizada por equipo Chile Crece Contigo.
04-09-2015
Hace dos días nos estremeció la noticia de un niño pequeño que apareció muerto en las orillas de una playa en Turquía luego de huir de su país de origen afectado por un conflicto sin precedentes. La foto nos remeció a todos. Así como también lo hizo la noticia del niño que ayer fue encontrado en precarias condiciones y tomando leche de una perra en el norte. Así como también lo hizo la noticia del niño asesinado por la pareja de su padre en Molina.
La reflexión que surge es que aún nos queda mucho por avanzar como país y como humanidad. ¿Qué podemos hacer frente a las noticias o a las fotos? ¿Desviar la mirada? Hacia donde miremos esa imagen no va a desaparecer, así como tampoco le podremos devolver su vida a Aylan, el niño sirio, o la vida a Ángel, el niño de Molina. Pero sí podemos hacer más como equipos de Chile Crece Contigo, como papás, como vecinos, como humanidad.
Como equipos de Chile Crece Contigo lo que ha pasado es un llamado a seguir trabajando fuerte en materia de prevención, a no racionalizar lo sucedido y a no dejar de ver al OTRO en medio de todas las responsabilidades y tareas diarias. A no descansar en nuestra misión y a seguir trabajando para alcanzar altos estándares en la atención a niños y niñas.
Como papá o mamá, un llamado a acurrucar a nuestros hijos e hijas, a no perder el minuto para abrazarlos, a no normalizar los golpes o los gritos en la crianza. Un llamado a entender que los castigos físicos no funcionan y a comprender que todo tipo de maltrato afecta el desarrollo de nuestros hijos e hijas.
Como comunidad, como familia y como vecinos, un llamado a asumir un rol protector no solo con nuestros hijos, sino también con los hijos de nuestros vecinos o con aquellos que viven en precarias condiciones. Un llamado a no dejar de lado a mi amigo/a, hermano/a, vecino/a que como papá o mamá se puede estar viendo desbordado o no cuenta con las herramientas o no está en condiciones de poder desplegar un rol protector con sus hijos/as por múltiples razones.
Un llamado como humanidad a decir basta a cualquier tipo de violencia y entender que a medida que le negamos la posibilidad a un niño de ser niño, en la medida que le negamos sus derechos, podríamos estar dando pie a una violencia perpetua para generaciones futuras, con lo que ello puede implicar para el futuro de la humanidad.
En definitiva, un llamado a devolverle a cada niño o niña, como sale en la foto que acá compartimos, el lugar que le corresponde, en su casa, con su familia, en paz.
Equipo Chile Crece Contigo
www.crececontigo.cl
www.crececontigo.cl
miércoles, 1 de julio de 2015
EL ROL DEL PADRE EN LA VIDA DE LOS HIJOS
Tomado del blog arboldelavida bajo el siguiente link
http://arboldelavida.mx/blog/por-que-es-mas-importante-tener-papa-que-tener-mama/
Por qué es más importante tener papá que tener mamá?
http://arboldelavida.mx/blog/por-que-es-mas-importante-tener-papa-que-tener-mama/
Por qué es más importante tener papá que tener mamá?
De 10 pacientes que recibo en mi consulta privada, 8 tienen conflictos con su papá o con la figura paterna.
S. tuvo a un buen papá hasta que se separó de su mamá, decidió construir una nueva familia y, además de un problema de adicción, se olvidó de ella y de su hermano. A consecuencia de las elecciones que tomó su papá, ella dejó de hablarle por muchos años. En los últimos diez años, S. no ha logrado estar sin pareja: terminando una relación iniciaba otra, y en una sesión me dijo “creo que no sé estar sin un hombre”. Ahora el sanar la relación con su padre ha coincidido con el hecho de que lleva un tiempo sin pareja.
D. en su infancia tuvo a un papá alcohólico, adicto al trabajo, agresivo y exigente; cuando dejó “los vicios”, se separó de la mamá quien entonces se puso celosa del papá, quien además de dejar el alcohol y por ende la agresión física, aprendió a ser protector y menos exigente con su hija. Ahora ella está aprendiendo a dejar de mediar entre los dos, para encargarse de sí misma y de construir su propia vida.
J. aún padece el haber tenido a una madre sobreprotectora que no le enseñó a confiar en sí mismo ni a sentirse valioso. Pero no había alternativas porque en aquellos años su papá estaba en pleno alcoholismo y no tenía la posibilidad de ejercer su rol. J. también tuvo problemas de consumo de alcohol; ahora está aprendiendo a ejercer su masculinidad desde la sobriedad.
M. nunca conoció a su papá porque su mamá, quien tuvo a sus 4 hijos de 4 hombres distintos, se encargó de meterles la idea que no era importante que tuvieran un papá ni que supieran quiénes eran estos “señores”. Para ello los rodeó de personas: tíos, tías, primos, etc. para compensar la carencia paterna. M. está trabajando arduamente en terapia para separarse de su familia de origen, para creer que merece construir la vida y la familia que sueña, y que existen hombres que sí se hacen cargo de sus hijos.
N. viene de una familia donde ella no identifica a un solo hombre útil, pleno y valioso. Incluso su padre, a quien amaba profundamente, era un “niño” cuidado por su esposa, quien vivió su vida esperando que creciera y que dejara la botella. Ella ha vivido gran parte de sus relaciones –incluyendo las fraternales- esperando a que el hombre en cuestión cambie y se transforme en el ideal jamás conocido pero siempre esperado.
Estas son sólo algunas de muchas historias en las cuales hay un papá débil, distante o incluso ausente. En la gran mayoría de estas realidades y como menciona Maria Calvo en su libro, los hombres han sido “destronados” de su rol paterno por las mismas madres.
¿Cómo se destrona a un papá de su rol?
Hay muchas maneras. Cuando hay una separación o un divorcio y “gracias” a que las madres tienen casi asegurada la custodia de los hijos, es muy frecuente que estas mujeres transformen el enfado y la frustración por la ruptura –especialmente si ha ocurrido por infidelidad- en venganza, poniendo a los hijos en contra de su padre.
Cuando, por el contrario, sí hay un hombre en casa y este además quiere involucrarse en el cuidado de los hijos, con frecuencia ocurre algo parecido a cuando el mismo hombre participa en las labores el hogar.
Para su mujer nunca lo hace lo suficientemente bien, y hasta le resulta un estorbo.
En estas circunstancias, incomprendidos y desplazados, los padres desconfían de su instinto masculino y renuncian al ejercicio efectivo de la paternidad, o la mujer prescinde de su concurso. Así, los hijos no pueden respetarlos ni querer ser como ellos.
En este clima intenta sobrevivir toda una generación de padres que no saben muy bien cómo desenvolverse en una sociedad, que les obliga a tergiversar su masculinidad y no les permite disfrutar de su paternidad en plenitud (Calvo, 2014).
De manera más directa o más sutil, muchas veces la mujer va orillando al hombre a un rol satélite que va tomando cada vez más distancia.
Y para decir toda la verdad, para algunos hombres alejarse o ausentarse de sus hijos es un rol más cómodo que el de exigir su derecho paterno.
Hay matrimonios en que la mujer exige al padre que se comporte como una «madre bis», lo cual no tiene sentido. La manera en que lo hacen los padres no es equivocada, es que no lo hacen a la manera femenina. Nosotras somos las que en ocasiones les ponemos los límites. Hay madres que renuncian a trabajar, a ir al gimnasio, a quedar un día con amigas porque piensan que sus maridos no saben cuidar bien de los hijos. Sin embargo sí saben hacerlo, la cuestión es que no lo hacen como ellas quieren, sino desde su enfoque masculino, con su propio estilo paternal. Las mujeres a veces somos demasiado exigentes y este modelo de madre dominante perjudica al niño porque le desequilibra en su desarrollo(Calvo, 2014).
Pero entonces ¿por qué tener papá es más importante que tener mamá?
La provocadora premisa no es nada obvia, pero la respuesta es de fácil comprensión.
Muchos de los problemas actuales de niños y adolescentes tienen su origen en una falta de atención o deficiente implicación de sus progenitores, especialmente de los padres (Calvo, 2014).
En nuestra cultura cuando por la razón que sea un niño o una niña no cuentan con su madre biológica o ésta es marginal o ausente, inmediatamente se despliegan varias figuras maternas sustitutas que suplen esta carencia: abuela, tía, prima, vecina. E incluso cuando sí hay una mamá, parece que no basta y con frecuencia se crean alrededor del niño o niña una serie de “mamás extras” que quedarán tales para toda la vida.
En nuestra cultura es muy importante tener mucha madre. O muchas madres.
¿Pero qué pasa cuando, por el contrario, este niño o niña no tienen al papá, o el padre es una figura ausente o marginal? Nada. No hay despliegue de figuras paternas; si acaso y eventualmente algún abuelo o tío fungirán como mentores, pero difícilmente suplirán el rol paterno de manera plena.
Un amigo me dijo “México es un país huérfano de padre”, y creo que es verdad. Muchos, demasiados hijos nacen sin padre; muchos, demasiados padres abandonan a sus hijos; muchas, demasiadas madres alejan a los padres de sus hijos.
Probablemente es por esta razón que los mexicanos buscan intensamente a tantas figuras paternas a lo largo de su vida: papá gobierno, papá presidente, papá diputado, papá jefe, etcétera.
El rol de la paternidad ha sufrido diversas modificaciones en la historia. Ha pasado de un modelo rígido y dominante a una estructura más flexible e igualitaria; de sólo proveedor económico los padres ahora pueden ser proveedores de cuidados, afectos, enseñanza y formación. La función paterna es entonces una función afectiva, sociocultural, relativizada por los momentos históricos (Aray, 1992).
Actualmente los hombres están en transición de un modelo tradicional a un nuevo modelo inacabado al cual adherirse y que han cambiado con respecto a la paternidad de sus propios padres. Hoy el rol paterno es más impreciso y menos establecido que antes, y sobre todo con respecto al de la madre.Además, el papel del padre está más determinado por factores individuales, familiares, y culturales que influyen en su práctica, lo que no ocurre con la maternidad.
La función paterna en psicoanálisis funge como reguladora del deseo y el goce, que censura el incesto y la fusión madre-hijo. Es una función psicocultural que facilita el distanciamiento de lo biológico, de lo instintivo-pulsional favoreciendo el acceso a lo simbólico (Arvelo, 2000).
Hoy en día se sabe que el amor y la presencia paterna es uno de los factores que más impactan en el desarrollo de nuestra personalidad.
Se ha estudiado que la experiencia del rechazo del padre en edad pediátrica -primera infancia y niñez y hasta antes de la pubertad- impacta fuertemente en la personalidad de los niños quienes más adelante se vuelven más agresivos, ansiosos, inseguros y hostiles hacia los demás (Maldonado-Durán & Lartigue, 2008).
En cuanto a los intensos sentimientos de deprivación paterna que impactan el área emocional del niño/a, cuando ocurren en niños/as de familias desintegradas, les afectan con un retraso en el desarrollo global de la personalidad, comportamientos antisociales, prevalencia de enfermedades psicosomáticas, fuerte dependencia emocional y ansiedad de separación (Draper & Harpending, 1982).
En el hijo varón que crece sin su padre existe un nivel crónicamente más alto de cortisol, un índice de mayor estrés psico-social y mayor vulnerabilidad a algunas enfermedades (Maldonado-Durán & Lecannelier, 2008).
En un trabajo de investigación que se basó en un seguimiento de más de 70.000 adolescentes y adultos jóvenes de ambos sexos a lo largo de casi 20 años (McLanahan & Sandefur, 2000; en: Chouhy, 2000), se estudiaron las siguientes variables:
1) riesgo de interrumpir estudios secundarios 2) riesgo de permanecer sin estudiar ni trabajar por períodos prolongados (idleness) 3) riesgo de embarazo en la adolescencia, comparando a jóvenes que crecieron con un padre, con aquellos que crecieron sin un padre.
Los resultados obtenidos fueron:
- El riesgo de permanecer sin estudiar ni trabajar por períodos prolongados es un 50% más alto para jóvenes que crecieron sin su padre.
- El riesgo de interrumpir estudios secundarios es un 100% más alto.
- El riesgo de embarazo en la adolescencia es también un 100% más alto.
Más de 500 estudios (sintetizados en el National Fatherhood Initiative, disponible enwww.fatherhood.org/) suportan el mayor impacto del rechazo paterno versus el materno en relación a sus consecuencias.
Algunos resultados de este meta análisis arrojan que crecer sin un padre implica:
• 5 veces más propensión a ser pobres en la adultez
• 20 veces más propensión a los desórdenes de conducta
• 14 veces más propensión a violar a una persona
• 10 veces más propensión a adicciones
• 20 veces más propensión a la depresión
• 5 veces más propensión a cometer suicidio
• 32 veces más propensión a escapar del hogar
• 5 veces más propensión a ser pobres en la adultez
• 20 veces más propensión a los desórdenes de conducta
• 14 veces más propensión a violar a una persona
• 10 veces más propensión a adicciones
• 20 veces más propensión a la depresión
• 5 veces más propensión a cometer suicidio
• 32 veces más propensión a escapar del hogar
La conexión entre ausencia del padre y delincuencia surge de numerosos trabajos de investigación. En Estados Unidos por ejemplo, el 70% de los delincuentes juveniles, de los homicidas menores de 20 años y de los individuos arrestados por violación y otras ofensas sexuales graves crecieron sin padre. En la comunidad afro-americana, en la que la figura paterna ha virtualmente desaparecido, uno de tres menores de 25 años está preso o en libertad condicional. Un padre ausente es el mejor predictor de criminalidad en el hijo varón (Adams, Milner & Schrepf, 1984; Anderson, 1968, Chilton & Markle, 1972; Monahan, 1972; Mosher, 1969; Robins & Hill, 1966; Stevenson & Black, 1988; Wilson & Herrnstein, 1985; Bohman, 1971; Kellam, Ensminger & Turner, 1977. Todos en: Chouhy, 2000).
La falta de padre constituye además un factor de riesgo para la salud mental del niño, quien además presenta mayores dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus pares y de tener problemas con la ley (Angel & Angel, 1993; en: Chouhy, 2000).
Si bien se sabe poco acerca de la importancia del apego emocional entre el bebé y su padre y qué diferencia determina esto en la vida de ambos, está claro que el padre es también una figura central para el desarrollo físico y emocional de un niño o niña. Por su diferente sentido de protección con respecto a la madre, el padre apoya más las conductas del hijo que busca novedad y lo ayuda a tolerar frustraciones cuando intenta algo nuevo (Maldonado-Durán & Lecannelier, 2008).
En ausencia física y psíquica del padre, la relación madre-hijo funciona como un universo cerrado, una relación de pareja que se repliega sobre sí misma y perjudica el equilibrio de ambos. Ante estas circunstancias, el padre no juega su papel de separador que es el que, precisamente, permite al niño diferenciarse de la madre y se produce una mutua e insana interdependencia madre-hijo (Calvo, 2014).
Las mujeres por naturaleza son más proteccionistas, mientras el padre respeta más la libertad y se encarga de cortar el cordón umbilical con la madre, lo que beneficia mucho al niño. Y también a la madre a la que la dota de mayor libertad (ibíd.)
Los padres fungen también como modelo de identificación masculina para los niños, y un modelo de diferenciación para las niñas. La disponibilidad y la vinculación paternas tienen un efecto modulador de la agresividad en el caso de los chicos, debido en gran medida a que en el ejercicio de su paternidad el hombre propone un modelo de conducta masculina culturalmente apropiado (ONU, 2011). Entre las chicas, la presencia del padre se refleja en una mayor seguridad en sí mismas, niveles menores de comportamientos sexuales de riesgo y una menor dificultad para fomentar y mantener relaciones sentimentales.
A falta de modelaje correcto por parte de un padre responsable, el varón no tiene a quien copiar en sus roles y la hija no tiene modelo para escoger la pareja correcta. Ambos van a tender a perpetuar elsíndrome de padre ausente y creándose un círculo vicioso generacional. El dolor del rechazo se representa en edad adulta además como una dificultad para relacionarse de manera segura y con confianza con la pareja (Pérez, 2012).
En el hijo sin padre hay una eterna nostalgia por una relación con ese padre que no tuvo. Es como una agenda inconclusa que persigue de diferentes maneras, según haya sido la ausencia paterna (Polasek, 2012).
Las ausencias reales del padre van a repercutir directamente también en la madre quien se verá obligada a ejercer la función paterna, no siempre con el mayor de los éxitos. Una madre recargada de roles, resentida, angustiada, deprimida y con sentimientos de soledad por la separación de la pareja no está en las mejores condiciones para sustituir al padre en su función y presentará dificultades para no incurrir en conductas fomentadoras de fusionalidad, de sobreprotección y de erotización hacia sus hijos(Arvelo, 2003).
Los hijos e hijas de un padre que les garantiza seguridad, está presente y se relaciona con ellos con sensibilidad implica en el futuro para ellos menores problemas de conducta y emocionales. Estos chicos y chicas sabrán manejar mejor las relaciones con sus coetáneos, tendrán más iniciativa, autoestima y mejores relaciones de pareja de adultos.
Los niños y niñas que sí tienen padre enfrentan menos problemas de comportamiento, obtienen mejores resultados académicos y tienen una mejor posición económica en el futuro (Brotherson & White, 2005).
Desde luego que la sola presencia del padre no es garantía de un adecuado ejercicio de la función paterna. Asimismo, aunque la ausencia del padre no necesariamente genera siempre desequilibrios psicológicos importantes, no es menos cierto que es un factor de peso en el desarrollo de la personalidad de niños o adolescente.
Por ejemplo hoy se sabe que un niño con más de una figura de apego, es decir con más de una persona que lo cuida y le hace sentir querible, es un niño que crece con una base más sólida para enfrentar la vida (Morales, SF).
Esto es muy importante subrayarlo ya que las investigaciones acerca de la homoparentalidad arrojan información reconfortante con respecto al sano desarrollo del niño o niña en múltiples aspectos. Asimismo, en las parejas del mismo género lo más frecuente es que uno/a de los dos ejerza un rol más maternal y el/la otro/a un rol más paternal. En el desarrollo psico-emocinal de un niño o niña, esto produce resultados similares a aquellos de una pareja heterosexual.
Un estudio realizado en Chile (Errecart, Stoulman & Villagra, 1989) indica que la disponibilidad del padre, más que su ausencia o presencia, es lo que determina que se constituya en un adecuado modelo de identificación para su hijo. Las alteraciones de la identidad sexual en hijos de padre ausente no se manifestaron en comportamientos afeminados: estos niños se observaron masculinos e incluso sobrecompensan estos rasgos. Las autoras sostienen que la ausencia paterna temprana va más allá́ de lo comportamental.
En este estudio los niños de padre ausente presentaron relaciones interpersonales alteradas por la presencia de simbiosis y dependencia -especialmente de la madre- con sentimientos de amenaza de pérdida hacia el objeto amado, angustia de separación y poca confianza básica. Todo ello genera un enfrentamiento con el mundo cargado de ambivalencias, muy agresivo por una parte, pero a la vez con un fuerte sentimiento de inferioridad y minusvalía. En cuanto a la autoimagen, las autoras encontraron en los niños de padre ausente una imagen de sí mismo de carácter parcial y ambivalente, así́ como una fuerte tendencia a presentar sentimientos de inferioridad, minusvalía e indefensión y un mundo interno cargado de objetos negativos y hostiles (ibíd.).
Una paternidad activa y responsable es una gran inversión para la vida, especialmente la de los hijos.
El padre hoy en día ni es el único proveedor económico de la familia, ni puede y debe dejar de ser un proveedor afectivo. Y que pueda desarrollar este rol depende en gran medida de su pareja. La vinculación y la atención del hombre son importantes en las vidas tanto de las mujeres como de los niños (ONU, 2011)
Es necesario recuperar el significado de la autoridad paterna.
Paradójicamente, pese a su evidente importancia, la necesidad de promover una paternidad responsable no figura entre las prioridades de las políticas sociales en nuestro país. Pero esto está cambiando. Por política interna, hoy las empresas sí pueden conceder algunos días económicos, un permiso o una licencia con o sin goce de sueldo, con el objeto de que sean quienes tengan la responsabilidad de llevar a cabo los trabajos domésticos y colaborar en el cuidado de su hijo recién nacido durante ese lapso, sin ningún problema (Rivera Romero, 2012).
Nunca es demasiado tarde para sanar la relación con un padre. Tampoco lo es para intentar reconstruir una relación con los hijos.
Lo que ya no se puede es revertir una mala elección de pareja, que no puede ser concebida sólo en términos de mis propios deseos, expectativas y satisfacciones presentes. Una elección de pareja consciente y responsable implica que si decido tener hijos con él o ella, se vuelve fundamental observarle, recoger información, analizarla, ver hacia su pasado -personal y familiar- e indagar en su futuro. Esto permitirá tener a mi alcance elementos para predecir si podrá ser un buen padre o una buena madre, y si podremos compartir una paternidad independientemente de cómo nos vaya como pareja.
Mi deseo es que, al finalizar esta lectura, seamos muchas más las mujeres que permitan, promuevan e incluyan activamente a sus hombres en un ejercicio libre de la paternidad. Y que sean muchos más los hombres que exigen y hacen valer su derecho con sus parejas.
Porque si el hombre pierde, perdemos todos (Calvo, 2014).
REFERENCIAS
Calvo, Maria (2014). Padres destronados. Córdoba: El toro mítico.
Aray, Julio (1992). Momentos psicoanalíticos. Caracas: Monte Ávila.
Arvelo, Leslie (2000). Algunas consideraciones sobre la Función Paterna y la Identidad Psicológica en Venezuela. Rev. Identidad y Alteridades: 10, 17-29.
Maldonado-Durán, M. & Lartigue, T. (2008). La importancia de los trastornos emocionales y conductuales en la etapa perinatal. Perinatología y Reproducción Humana: 22, 1. 3-4.
Draper, P. & Harpending, H. (1982). Father Absence and Reproductive Strategy: An Evolutionary Perspective. Journal of Antropology Research: 38, 3. Disponible en:http://digitalcommons.unl.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1037&context=anthropologyfacpub
Maldonado-Durán, M. & Lecannelier, F. (2008) El padre en la etapa perinatal. Perinatología y Reproducción Humana, 22: 145-154.
Chouhy, Ricardo (2000). Función paterna y familia monoparental: ¿cuál es el costo de prescindir del padre? Psicología y Psicopedagogía – Publicación virtual de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador: 1, 2. Disponible en: http://www.redsistemica.com.ar/chouhy.htm
Morales, F. (SF). La importancia del padre en la crianza de hijos e hijas. Disponible en:http://www.crececontigo.gob.cl/columnas-%E2%80%93-expertos-dicen/la-importancia-del-padre-en-la-crianza-de-hijos-e-hijas/
ONU (2011) Men in families and Family Policy in Changing World. Disponible en:un.org/esa/socdev/family/docs/men-in-families.pdf
Pérez, O. (2012) La ausencia paterna: Un círculo vicioso generacional. Disponible en: http://voces.huffingtonpost.com/2012/04/28/ausencia-padre-hogar_n_1461766.html
Polasek, D. (2012). El rol del padre en la formación de los lazos afectivos. Disponible en:http://www.iniciativat.com/noticias1/54-familia/1527-el-rol-del-padre-en-la-formacion-de-los-lazos-afectivos.html
Arvelo, Leslie (2003). Función paterna, pautas de crianza y desarrollo psicológico en adolescentes: implicaciones psicoeducativas. Rev. Acción pedagógica: 12, 1; 20-30.
Brotherson, S.E. & White, J.M. (editores) (2006) Why Fathers Count: The Importance of Fathers and Their Involvement with Children. Minneapolis, MN: Men’s Studies Press.
Errecart D., Stoulman J. & Villagra Y. (1989). Efectos de la ausencia paterna temprana en la identidad sexual del niño varón. Univ. Chile.
Rivera Romero, E. (2012). La importancia de la paternidad en la nueva reforma laboral. Disponible en:http://mexico.cnn.com/opinion/2012/09/18/opinion-la-importancia-de-la-paternidad-en-la-nueva-reforma-laboral
martes, 10 de febrero de 2015
Nadie es Perfecto
madre y todos necesitamos alguna vez
ayuda durante la crianza"
¡Aprenda a enfrentar y disminuir las pataletas de su hijo/a!
¡Conozca como piensa y siente su hijo/a!
¡Aprenda a comunicarse bien con su hijo/a!
¡Prevenga accidentes en el hogar!
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¡Asista al taller Nadie es Perfecto!
Taller de Habilidades de Crianza para padres, madres y cuidadoras/es
de niños y niñas menores de 5 años
miércoles, 3 de septiembre de 2014
PRESENTACION MITOS ABUSO SEXUAL INFANTIL
Interna de Psicología: Josefina Pizarro
Universidad Gabriela Mistral
martes, 19 de agosto de 2014
"LA CRIANZA MODERNA EN CRISIS": DOS VISIONES
Daniela Vergara , la educadora de párvulos de CHCC de nuestro CESFAM, comparte con nosotros este interesante artículo.
lunes, 28 de julio de 2014
Lactancia materna: lo natural, si bueno, dos veces bueno
Los movimientos en defensa de la vuelta a la
lactancia materna llevan al articulista a poner de manifiesto las
consecuencias insanas y económicas de la práctica alternativa que,
incluso, han llevado a considerar impúdico dar de mamar en público.

Con el invento del biberón (mamadera, mema, mamila, pepe, pacha, tetero) sucedió lo mismo, que se convirtió en modelo de modernidad e instrumento de transmisión de una ideología que hace importante el trabajo de los médicos pediatras y el negocio de la industria alimentaria.
Ambos inventos son de comienzos del siglo XVIII y ambos se popularizaron en el siglo XX. El termómetro, de la mano de Bayer y de la aspirina, y el biberón de la mano de Nestlé y de sus leches artificiales. Ambos inventos tienen sus beneficios, pero lo que predomina son sus daños. Los antipiréticos llevan haciendo daño desde el principio del siglo XX, las leches artificiales desde mediados del siglo XX.
Los médicos pediatras negociantes han sido los principales agentes tóxicos en la transmisión de las ideas contra la fiebre y a favor de la lactancia artificial.
Ambas ideas médicas “cuadran” con los intereses de una especialidad que se ha expandido sin justificación desde el hospital a la consulta ambulatoria, con los deseos de una población que aspira a vivir sin inconvenientes y, sobre todo, con los intereses de los accionistas de las industrias que ponen el beneficio monetario por delante de la salud de pacientes y poblaciones.
También cuadran estas dos ideas con los deseos de empresarios y políticos de disponer de una mano de obra constante, como si fueran robots. Humanos insensibles a la fiebre, humanos que no precisan dedicar tiempo a la crianza. Humanos cuasi-esclavos, humanos “normalizados”, previsibles y descartables. Humanos sin sexo, ni mamas, ni lactancia materna. Humanos de horarios continuados y extensibles. Humanos sin derechos. Humanos inhumanos. Humanos controlados hasta en sus cuerpos (“biopolítica”).
Desde el punto de vista del negocio pediátrico parece que todo ello es fácil y sin consecuencias negativas. La cuestión es distinta desde el punto de vista de la clínica y de la salud pública. El abuso de antitérmicos complica la evolución de las enfermedades infecciosas, reduce el riego coronario y provoca infartos de miocardio y el “bajar” la fiebre bruscamente conlleva la alteración profunda de los mecanismos termo-reguladores. Del mismo modo, la lactancia artificial incrementa las infecciones y especialmente las diarreas, sobrecarga la economía familiar, elimina el contacto físico y los vínculos psicológicos de “dar la teta” y hace al bebé dependiente del suministro de agua potable.
Las industrias establecieron firmes enlaces con los pediatras negociantes desde el comienzo de la especialización, y así seguimos más de un siglo después, por ejemplo con el estrecho vínculo con las industrias farmacéuticas productoras de vacunas y las industrias alimentarias tipo “galletas dinosaurios”, leches artificiales y demás. En España medio supermercado lleva el logo de la Asociación Española de Pediatría, la misma que defiende cada nueva vacuna por más esotérica que sea. Ya se sabe, quien paga manda.
Dicen que una consecuencia de dar poco la teta en la primera infancia es luego la adoración extrema de las mamas. Pudiera ser, pero desde luego cada vez es menos erótico el desnudo pectoral y más “caliente” su velada exhibición. Lo vemos en las piscinas y playas de medio mundo. En todo caso, la exhibición mamaria es cosa de cada día con los sostenes que “empujan” y las camisetas que “traslucen”. El erotismo está en la mirada a la intuida presencia más que en la exposición directa escabrosa.
Han desaparecido, pero no del todo, aquellos pediatras que defendían la alimentación artificial con leches de otras especies y que alababan el “engorde” de los bebés como si fueran cerditos. Ahora los pediatras se han sumado a las campañas de promoción de la lactancia natural pues siempre los hubo razonables entre ellos y al final se han logrado imponer, aunque las leches artificiales siguen siendo básicas en los presupuestos de las sociedades “científicas” del ramo. Ahora la oposición parte de una censura religiosa retrógrada que ve la lactancia materna en público como actividad impúdica.
Hay que ser pervertido para ver impudicia en la alimentación a la teta hecha habitualmente con recato en ambiente tranquilo que favorezca la succión del bebé. Quien vea este acto natural y sano como impúdico no se extrañará que las mujeres sean obligadas a llevar el burka en Afganistán. Son formas de represión similares por más que se quieran ver como dispares. Los cristianistas censores de la lactancia natural son tan fundamentalistas como los islamistas represores de la mujer.
Por extraño que parezca, hay redes sociales, como Instagram y Facebook, en que se han censurado las fotografías en las que una mujer estaba dando de mamar. Ha sido política de Facebook pero también iniciativa de usuarios que se quejaban de la obscenidad de la “exhibición” de pechos femeninos en tales imágenes. Hay que ser obsceno y obseso para reclamar contra fotografías de madres amamantando como si fueran exhibiciones mamarias en puticlubs.
Afortunadamente, tal censura empezó a cambiar en Facebook en 2014
http://www.abc.es/tecnologia/redes/20140618/abci-facebook-permite-mujeres-pechos-201406181844.html
Esta represión no es privativa de las redes sociales, pues también se ha dado en otros ámbitos, como tiendas de ropa y aviones comerciales
http://elventano.blogspot.com.es/2013/08/primark-no-deja-amamantar-bebes-ni-en.html
http://lactanciaenlibertad.org/noticias/el-pais/
Hay pervertidos censores que querrían ver a los hombres y mujeres separados para siempre desde el nacimiento hasta la muerte (¡incluso en las escuelas!), envueltos en burkas y con las mamas y los genitales externos mutilados. La religión es lo que tiene, que cría extremistas cuya censura no tiene fin. Querrían secuestrar a las mujeres que amamantan para que lo hicieran recluidas en sus casas. Hemos pasado de pediatras promotores de alimentación artificial a fundamentalistas censores de la lactancia materna.
El fomento de la lactancia natural es una actividad de prevención primaria. La lactancia natural es parte de la alimentación del humano en los primeros días de existencia y por ello en los países en desarrollo puede evitar millones de muertes. En los países desarrollados, y siempre, ayuda a que los niños sean más sanos sin engordar en exceso. Es decir, los niños criados al pecho derrochan bienestar sin ser rechonchos. Lamentablemente, la gordura del niño se interpreta todavía a veces como signo de salud y en este sentido ganan los niños criados con leche en polvo (“piensos compuestos, artificiales”) y por ello para fomentar la lactancia natural hay que reforzar a la madre respecto al efecto comparativo a favor del peso y altura (no de la salud) entre niños criados al pecho y niños criados con leches artificiales.
“Medir y pesar” al niño sano va en contra de la lactancia natural, va en contra de la salud del niño, va en contra de la crianza saludable, va en contra de la salud de la madre, va en contra de la salud pública. “Medir y pesar” al niño sano es parte de la biopolítica que pretende controlar globalmente al humano a través del control de su cuerpo.
La lactancia natural es buena para el lactante pues satisface su instinto de mamar al tiempo que le une a la madre, le aporta bacterias, anticuerpos, hierro y ácidos grasos de cadena larga (fundamentales para la maduración cerebral), está siempre a la temperatura ideal, tiene variedad en el gusto dependiendo de las comidas y bebidas de la fuente, es de uso reservado y exclusivo, hay “barra libre”, es muy digestible, hay “dos por falta de una”, la succión ayuda al desarrollo dental sano y su consumo se asocia a menor incidencia de estreñimiento y de muerte súbita en el presente, y en el futuro a menor incidencia de enfermedades varias, como asma y otras.
La lactancia natural es buena para la madre, ya que crea fuertes vínculos con el bebé, es placentera y gratuita, se transporta sin coste adicional, se “prepara” al instante, en su punto y sin cacharro alguno que llevar ni limpiar, es compatible con otras actividades (charlas, conferencias, clases, televisión, cine, teatro, disfrute del aire libre y más), genera orgullo y autoestima de “madre”, produce admiración en los varones, ayuda a recuperar el peso previo al embarazo, mejora la involución del útero, frena la ovulación (lo que ayuda al disfrute de la sexualidad sin temor a embarazo), provoca respeto y envidia en las mujeres (hasta cierto punto), y conlleva menor incidencia de anemia en el presente y menor incidencia en el futuro de problemas varios de salud, cáncer de mama incluido.
“Medir y pesar” al bebé sano es parte de la biometría que justifica la biopolítica. Se pretende controlar a los humanos controlando sus cuerpos y los médicos cumplen funciones insanas al implantar, defender y difundir “pesos y medidas” que van contra lo bueno y natural, como la lactancia materna.
¡Pobres madres y pobres bebés sanos, expuestos innecesariamente a los gramos y centímetros de rigurosos y perjudiciales percentiles de falsa apariencia científica!
Del termómetro al biberón
El termómetro de mercurio permitió medir la temperatura corporal con facilidad y eso cambió la percepción de la fiebre. De algo molesto pero positivo pasó a algo molesto y negativo. Con ello se justificó la intervención médica, la venta de la aspirina y otros antitérmicos y el negocio de la industria farmacéutica.Con el invento del biberón (mamadera, mema, mamila, pepe, pacha, tetero) sucedió lo mismo, que se convirtió en modelo de modernidad e instrumento de transmisión de una ideología que hace importante el trabajo de los médicos pediatras y el negocio de la industria alimentaria.
Ambos inventos son de comienzos del siglo XVIII y ambos se popularizaron en el siglo XX. El termómetro, de la mano de Bayer y de la aspirina, y el biberón de la mano de Nestlé y de sus leches artificiales. Ambos inventos tienen sus beneficios, pero lo que predomina son sus daños. Los antipiréticos llevan haciendo daño desde el principio del siglo XX, las leches artificiales desde mediados del siglo XX.
Los médicos pediatras negociantes han sido los principales agentes tóxicos en la transmisión de las ideas contra la fiebre y a favor de la lactancia artificial.
Ahora los pediatras se han sumado a las campañas de promoción de la lactancia natural pues siempre los hubo razonables entre ellosTales ideas médicas “cuadran” con las expectativas de una población que busca la comodidad y el efecto rápido de las intervenciones sanitarias. Lo que se quiere es eliminar todo problema con respuestas inmediatas y radicales. ¿Molesta la fiebre? Un antitérmico (¡o un baño!) y se acaba de raíz con la incomodidad. ¿Exige una presencia y organización la lactancia materna? Sin duda, un biberón y leche artificial y se resuelve por completo la cuestión.
Ambas ideas médicas “cuadran” con los intereses de una especialidad que se ha expandido sin justificación desde el hospital a la consulta ambulatoria, con los deseos de una población que aspira a vivir sin inconvenientes y, sobre todo, con los intereses de los accionistas de las industrias que ponen el beneficio monetario por delante de la salud de pacientes y poblaciones.
También cuadran estas dos ideas con los deseos de empresarios y políticos de disponer de una mano de obra constante, como si fueran robots. Humanos insensibles a la fiebre, humanos que no precisan dedicar tiempo a la crianza. Humanos cuasi-esclavos, humanos “normalizados”, previsibles y descartables. Humanos sin sexo, ni mamas, ni lactancia materna. Humanos de horarios continuados y extensibles. Humanos sin derechos. Humanos inhumanos. Humanos controlados hasta en sus cuerpos (“biopolítica”).
Desde el punto de vista del negocio pediátrico parece que todo ello es fácil y sin consecuencias negativas. La cuestión es distinta desde el punto de vista de la clínica y de la salud pública. El abuso de antitérmicos complica la evolución de las enfermedades infecciosas, reduce el riego coronario y provoca infartos de miocardio y el “bajar” la fiebre bruscamente conlleva la alteración profunda de los mecanismos termo-reguladores. Del mismo modo, la lactancia artificial incrementa las infecciones y especialmente las diarreas, sobrecarga la economía familiar, elimina el contacto físico y los vínculos psicológicos de “dar la teta” y hace al bebé dependiente del suministro de agua potable.
Las industrias establecieron firmes enlaces con los pediatras negociantes desde el comienzo de la especialización, y así seguimos más de un siglo después, por ejemplo con el estrecho vínculo con las industrias farmacéuticas productoras de vacunas y las industrias alimentarias tipo “galletas dinosaurios”, leches artificiales y demás. En España medio supermercado lleva el logo de la Asociación Española de Pediatría, la misma que defiende cada nueva vacuna por más esotérica que sea. Ya se sabe, quien paga manda.
De los pediatras negociantes a los censores religiosos
Dar la teta es natural y bueno y, por tanto, dos veces bueno. Lo único, que hay que dar la teta cuando el bebé lo pide y eso puede ser muchas veces en lugares públicos.Dicen que una consecuencia de dar poco la teta en la primera infancia es luego la adoración extrema de las mamas. Pudiera ser, pero desde luego cada vez es menos erótico el desnudo pectoral y más “caliente” su velada exhibición. Lo vemos en las piscinas y playas de medio mundo. En todo caso, la exhibición mamaria es cosa de cada día con los sostenes que “empujan” y las camisetas que “traslucen”. El erotismo está en la mirada a la intuida presencia más que en la exposición directa escabrosa.
Han desaparecido, pero no del todo, aquellos pediatras que defendían la alimentación artificial con leches de otras especies y que alababan el “engorde” de los bebés como si fueran cerditos. Ahora los pediatras se han sumado a las campañas de promoción de la lactancia natural pues siempre los hubo razonables entre ellos y al final se han logrado imponer, aunque las leches artificiales siguen siendo básicas en los presupuestos de las sociedades “científicas” del ramo. Ahora la oposición parte de una censura religiosa retrógrada que ve la lactancia materna en público como actividad impúdica.
Hay que ser pervertido para ver impudicia en la alimentación a la teta hecha habitualmente con recato en ambiente tranquilo que favorezca la succión del bebé. Quien vea este acto natural y sano como impúdico no se extrañará que las mujeres sean obligadas a llevar el burka en Afganistán. Son formas de represión similares por más que se quieran ver como dispares. Los cristianistas censores de la lactancia natural son tan fundamentalistas como los islamistas represores de la mujer.
Por extraño que parezca, hay redes sociales, como Instagram y Facebook, en que se han censurado las fotografías en las que una mujer estaba dando de mamar. Ha sido política de Facebook pero también iniciativa de usuarios que se quejaban de la obscenidad de la “exhibición” de pechos femeninos en tales imágenes. Hay que ser obsceno y obseso para reclamar contra fotografías de madres amamantando como si fueran exhibiciones mamarias en puticlubs.
Afortunadamente, tal censura empezó a cambiar en Facebook en 2014
http://www.abc.es/tecnologia/redes/20140618/abci-facebook-permite-mujeres-pechos-201406181844.html
Esta represión no es privativa de las redes sociales, pues también se ha dado en otros ámbitos, como tiendas de ropa y aviones comerciales
http://elventano.blogspot.com.es/2013/08/primark-no-deja-amamantar-bebes-ni-en.html
http://lactanciaenlibertad.org/noticias/el-pais/
Hay pervertidos censores que querrían ver a los hombres y mujeres separados para siempre desde el nacimiento hasta la muerte (¡incluso en las escuelas!), envueltos en burkas y con las mamas y los genitales externos mutilados. La religión es lo que tiene, que cría extremistas cuya censura no tiene fin. Querrían secuestrar a las mujeres que amamantan para que lo hicieran recluidas en sus casas. Hemos pasado de pediatras promotores de alimentación artificial a fundamentalistas censores de la lactancia materna.
Lactancia materna, el efecto pernicioso de “medir y pesar” al bebé
La lactancia natural es parte de la alimentación del humano en los primeros días de existencia y por ello en los países en desarrollo puede evitar millones de muertes“Medir y pesar” al bebé es actividad con beneficios y perjuicios, como toda actividad médica. Pero en niños sanos “medir y pesar” es actividad que no aporta nada, salvo negocio a los pediatras negociantes y a sus industrias. El bebé sano no debería ser visto por ningún pediatra pues lo “intoxica” en su afán de determinar exactamente su grado de salud.
El fomento de la lactancia natural es una actividad de prevención primaria. La lactancia natural es parte de la alimentación del humano en los primeros días de existencia y por ello en los países en desarrollo puede evitar millones de muertes. En los países desarrollados, y siempre, ayuda a que los niños sean más sanos sin engordar en exceso. Es decir, los niños criados al pecho derrochan bienestar sin ser rechonchos. Lamentablemente, la gordura del niño se interpreta todavía a veces como signo de salud y en este sentido ganan los niños criados con leche en polvo (“piensos compuestos, artificiales”) y por ello para fomentar la lactancia natural hay que reforzar a la madre respecto al efecto comparativo a favor del peso y altura (no de la salud) entre niños criados al pecho y niños criados con leches artificiales.
“Medir y pesar” al niño sano va en contra de la lactancia natural, va en contra de la salud del niño, va en contra de la crianza saludable, va en contra de la salud de la madre, va en contra de la salud pública. “Medir y pesar” al niño sano es parte de la biopolítica que pretende controlar globalmente al humano a través del control de su cuerpo.
La lactancia natural es buena para el lactante pues satisface su instinto de mamar al tiempo que le une a la madre, le aporta bacterias, anticuerpos, hierro y ácidos grasos de cadena larga (fundamentales para la maduración cerebral), está siempre a la temperatura ideal, tiene variedad en el gusto dependiendo de las comidas y bebidas de la fuente, es de uso reservado y exclusivo, hay “barra libre”, es muy digestible, hay “dos por falta de una”, la succión ayuda al desarrollo dental sano y su consumo se asocia a menor incidencia de estreñimiento y de muerte súbita en el presente, y en el futuro a menor incidencia de enfermedades varias, como asma y otras.
La lactancia natural es buena para la madre, ya que crea fuertes vínculos con el bebé, es placentera y gratuita, se transporta sin coste adicional, se “prepara” al instante, en su punto y sin cacharro alguno que llevar ni limpiar, es compatible con otras actividades (charlas, conferencias, clases, televisión, cine, teatro, disfrute del aire libre y más), genera orgullo y autoestima de “madre”, produce admiración en los varones, ayuda a recuperar el peso previo al embarazo, mejora la involución del útero, frena la ovulación (lo que ayuda al disfrute de la sexualidad sin temor a embarazo), provoca respeto y envidia en las mujeres (hasta cierto punto), y conlleva menor incidencia de anemia en el presente y menor incidencia en el futuro de problemas varios de salud, cáncer de mama incluido.
“Medir y pesar” al bebé sano es parte de la biometría que justifica la biopolítica. Se pretende controlar a los humanos controlando sus cuerpos y los médicos cumplen funciones insanas al implantar, defender y difundir “pesos y medidas” que van contra lo bueno y natural, como la lactancia materna.
¡Pobres madres y pobres bebés sanos, expuestos innecesariamente a los gramos y centímetros de rigurosos y perjudiciales percentiles de falsa apariencia científica!
jueves, 8 de mayo de 2014
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