
Queremos dar a conocer a nuestros usuari@s todo lo que hacemos en Cesfam Garín y sistematizar nuestra experiencia como Centro de Salud Familiar
Mostrando entradas con la etiqueta polimedicacion. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta polimedicacion. Mostrar todas las entradas
viernes, 21 de noviembre de 2014
lunes, 3 de febrero de 2014
Medicalización de la vida ¿Cómo afrontarla desde la consulta?

En una entrada anterior comentamos un artículo publicado en la revista Atención Primariaque analizaba cuáles eran los agentes responsables del proceso de la medicalización. Recientemente, los mismos autores firman un segundo artículo en donde nos dan claves para romper esta inercia medicalizadora que no para de crecer.
En esta ocasión, los autores profundizan en las razones por las que problemas inherentes a las persones se trasladan al campo médico. Cuando al sanitario se le plantea un problema en la consulta, éste pone en marcha una solución. Si es eficaz, resuelve el problema. Si no es así, hay una tendencia a volver a repetir el mismo patrón de comportamiento intensificando la misma solución que no funciona. Este proceso puede llevar al sanitario a un círculo en el que, al no poder dar respuesta a la queja del paciente, ésta se cronifica y promueve la medicalización excesiva, arriesgando la salud del paciente.
Se plantea, por tanto, la necesidad de poner límites a la medicina para evitar esta cascada intervencionista. Para ello es necesario abordar las causas que generan desencanto. Una de ellas es el excesivo consumismo de la sociedad actual en donde los valores materiales priman sobre los morales generando una baja autoestima que puede intensificar los trastornos psicológicos. Otra causa es la excesiva expectativa de la población ante los avances técnico-científicos, que llegan a ocupar un espacio que antes correspondía a la religión: los milagros. Y finalmente, el aumento del individualismo de nuestra sociedad que genera un aumento de la exigencia y de la reflexión, pero también una menor tolerancia a la frustración y a la desesperanza.
Estas tres causas: consumo, individualismo y ciencia, nos pueden dar bienestar pero también pueden ser motivo de desesperación y desencanto.
Por último, los autores proponen una reflexión colectiva para conocer cuál es el camino trazado y cuáles pueden ser las consecuencias de la excesiva medicalización.
Proponen un decálogo con las claves para reducir el impacto de la medicalización en nuestra sociedad:
En esta ocasión, los autores profundizan en las razones por las que problemas inherentes a las persones se trasladan al campo médico. Cuando al sanitario se le plantea un problema en la consulta, éste pone en marcha una solución. Si es eficaz, resuelve el problema. Si no es así, hay una tendencia a volver a repetir el mismo patrón de comportamiento intensificando la misma solución que no funciona. Este proceso puede llevar al sanitario a un círculo en el que, al no poder dar respuesta a la queja del paciente, ésta se cronifica y promueve la medicalización excesiva, arriesgando la salud del paciente.
Se plantea, por tanto, la necesidad de poner límites a la medicina para evitar esta cascada intervencionista. Para ello es necesario abordar las causas que generan desencanto. Una de ellas es el excesivo consumismo de la sociedad actual en donde los valores materiales priman sobre los morales generando una baja autoestima que puede intensificar los trastornos psicológicos. Otra causa es la excesiva expectativa de la población ante los avances técnico-científicos, que llegan a ocupar un espacio que antes correspondía a la religión: los milagros. Y finalmente, el aumento del individualismo de nuestra sociedad que genera un aumento de la exigencia y de la reflexión, pero también una menor tolerancia a la frustración y a la desesperanza.
Estas tres causas: consumo, individualismo y ciencia, nos pueden dar bienestar pero también pueden ser motivo de desesperación y desencanto.
Por último, los autores proponen una reflexión colectiva para conocer cuál es el camino trazado y cuáles pueden ser las consecuencias de la excesiva medicalización.
Proponen un decálogo con las claves para reducir el impacto de la medicalización en nuestra sociedad:
1. Aceptar los límites de la medicina.
2. Fomentar el autocuidado y cambios de estilo de vida en los pacientes.
3. No todo sufrimiento es enfermedad.
4. Respetar los valores y preferencias de las personas en la toma de decisiones.
5. Recuperar el discurso de la incertidumbre como parte de la vida.
6. Las demandas ilimitadas llevan a recursos limitados.
7. Las intervenciones médicas pueden no ser inocuas.
8. No toda lo posible técnicamente es aceptable éticamente. No toda intervención anticipada es una intervención responsable.
9. Dejar de hacer aquello que no aporte beneficios en salud.
10.Devolver los problemas sociales a la sociedad y los problemas personales a las personas.
Cerecedo Pérez MJ, et al. Medicalización de la vida en la consulta:¿hacia donde caminamos?. Aten Primaria. 2013;45:536-40.
domingo, 12 de enero de 2014
jueves, 25 de abril de 2013
Denisse Reglá seleccionada con vídeo en concurso español,
Felicitaciones a Denisse Reglà de Cesfam Garìn por atreverse a postular a este concurso de videos ,por hacerlo y por quedar seleccionada
Triple mèrito
Es el ùnico video chileno seleccionado
Ahora de ti depende que pase a la selección final
Debes registrarte y votar aquì
viernes, 1 de febrero de 2013
Ojo con el exceso de remedios
Mi tío Poroto se encontraba bien de salud, hasta que su mujer, mi tía Porota,
a instancias de su hija, mi prima Tota, le dijo:
-Poroto, vas a cumplir 70 años, es hora de que te hagas una revisión médica-
-¿Y para qué?, si me siento muy bien-
-Porque la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sentís joven-, contestó mi tía.
Por eso mi tío Poroto fue a consultar al médico.
El médico, con buen criterio, le mandó a hacer exámenes y análisis de todo lo que pudiera hacerse y que la obra social pagase.A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que había algunos valores en los estudios que había que mejorar. Entonces le recetó:
Atorvastatina Grageas para el colesterol,
Losartán para el corazón y la hipertensión,
Metformina para prevenir la diabetes,
Polivitamínico, para aumentar las defensas.
Desloratadina para la alergia.
Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le indicó Omeprazol y Diurético para los edemas
Mi tío Poroto fue a la farmacia y gastó una parte importante de su jubilación por varias cajitas primorosas de colores variados.
Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia, las debía tomar antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón, iban durante o al terminar las comidas, volvió al médico.
Este, luego de hacerle un pequeño fixture con las ingestas, lo notó un poco tenso y algo contracturado, por lo que le agregó Alprazolam y Sucedal para dormir.
Esa tarde, cuando entró a la farmacia con las recetas, el farmacéutico y sus empleados hicieron una doble fila para que él pasara por el medio, mientras ellos lo aplaudían.
Mi tío, en lugar de estar mejor, estaba cada día peor. Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no pasaba momento del día en que no tuviera que tomar una pastilla.
A la semana, el laboratorio fabricante de varios de los medicamentos que él usaba lo nombró "cliente protector" y le regaló un termómetro, un frasco estéril para análisis de orina y una lápiz con el logo de la farmacia.
Tan mala suerte tuvo mi tío Poroto, que a los pocos días se resfrió y mi tía Porota lo hizo acostar como siempre, pero esta vez, además del té con miel, llamó al médico.
Este le dijo que no era nada, pero le recetó Tapsín día y noche ySanigrip con efedrina.
Como le dio taquicardia le agregó Atenolol y un antibiótico,Amoxicilina de 1 gr cada 12 hr por 10 días.
Le salieron hongos y herpes y le indicacon Fluconol con Zovirax
Para colmo, mi tío Poroto se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se entero de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas. Lo que leía eran cosas terribles. No sólo se podía morir, sino que además podía tener arritmias ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones del estado mental y otro montón de cosas espantosas.
Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no tenía que hacer caso de esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner.
- Tranquilo, Don Poroto, -no se excite-, le dijo el médico, mientras le hacía una nueva receta con Rivotril con un antidepresivo Sertralina de 100 mg. Y como le dolían las articulaciones le dieron Diclofenaco.
En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la jubilación, iba a la farmacia donde ya lo habían nombrado Cliente VIP.
Esto lo hacía poner muy mal, razón por la cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos.
Llegó un momento en que al pobre de mi tío Poroto las horas del día no le alcanzaban para tomar todas las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las cápsulas para el insomnio que le habían recetado.
Tan mal se había puesto que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, se murió.
Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.
Aún hoy, mi tia Porota afirma que menos mal que lo mandó al medico a tiempo, porque si no, seguro que se hubiese muerto antes.-
Ah, si Poroto no hubiera tomado nada y hubiese seguido con su regimen sanito con pollo sin piel, pavo, lentejas, porotos, aceite de oliva, frutas, verduras de todos colores, poca sal y con una copita de vino tinto y caminando mil pasos diarios estaría vivito y coleando.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)