Si disgustos, rabias o frustraciones afectan de manera negativa sus relaciones con familiares, amigos, compañeros de trabajo o incluso desconocidos. ¡Atención! Es hora de aprender algunas habilidades para controlar la furia y saber si debe acudir a un especialista.
La
ira es una de nuestras emocione básicas y es necesaria para la existencia, sin
embargo hay veces en que emerge de manera premeditada sin algún gatillante
definido, lo que refiere a conductas que no están asociadas a una frustración o
amenaza inmediata; no hay un estado de activación física importante. Aquí se
ubican las personas con características más psicopáticos o antisociales, que
carecen de empatía e ignoran el daño que provocan al otro. Por otra parte, la
rabia “impulsiva” se da como respuesta a una amenaza percibida. En este caso
existe una activación de nuestro sistema nervioso central, que incluye cambios
físicos y químicos en el organismo: aumentan el ritmo cardíaco y los niveles de
adrenalina que favorecen la conducta violenta.
Cómo
controlarla
En el manejo de la ira es importante favorecer la evaluación adecuada de la realidad y frenar la impulsividad, que está asociada a aspectos genéticos y de la personalidad, donde también influyen factores ambientales. Para esto la prevención es la clave.
-Lo primero es el autoconocimiento. Hay que saber cuáles son las vulnerabilidades personales. Luego sigue el automonitoreo, referido a la capacidad de mirarse y detectar: ¿Cuál es mi nivel de tolerancia? ¿Cuán estresado estoy? ¿Cuánta rabia he acumulado?
Algunos consejos útiles para dominarse son:
.
1.
Tómese un tiempo. Antes de reaccionar piense lo que
dirá o hará. Evalúe cuáles serán las consecuencias de su acción.
2. No
atribuya al otro una intención de agredirlo, si no está seguro de ello.
3. Mantenga
distancia y no se exponga a la persona o situación que lo incomoda si no está
preparado para enfrentarla. Es recomendable expresar el malestar estando
tranquilo.
4. Sea
asertivo, muestre su molestia sin “guardarse la rabia”, pero sin herir al otro.
5. Utilice
la palabra “yo” cuando describa el problema. Esto impide centrar la culpa en
alguien más.
6. Evite
sentir rencor. Es poco realista esperar que todos se comporten como usted
desea.
7. Use el
humor para liberar tensiones, pero sin sarcasmo.
8. Ejercítese.
La actividad física ayuda a liberar malas energías.
9. Practique
métodos de relajación. Haga maniobras de respiración, escuche música o
practique yoga.
Con límites es normal y saludable
Cuando existen desbordes de ira frecuentes y desproporcionados se debe consultar con un especialista. Llega un punto en que las reacciones desmedidas afectan las relaciones interpersonales y el desempeño laboral o académico. En la terapia se evalúan los modos diferentes de respuesta, la causa subyacente y se analiza si es necesario indicar medicamentos de apoyo o solo psicoterapia”. Ésta es fundamental, porque permite generar conciencia del problema y trabajar modos de reacción sanos.
Cristopher Palacios C.
Interno de Psicología
Universidad Mayor
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