Estar en el lugar adecuado, en el momento preciso con la concentración puesta por completo en las orejas, los ojos y las manos. Escuchar, tocar y seguir. Preguntar lo justo. Mirar. Mirar de frente y luego de lado cuando una asume que si sigue mirando de frente van a aparecer más signos de humanidad de los permitidos entre esas cuatro paredes.
Las consultas sagradas son sagradas, y punto. Se reconocen fácilmente tras terminar la conversación y cerrar la puerta. El corazón late diferente, el cuerpo se ensancha, y una sensación de hormigueo recorre el cuerpo.
Lo vivido en ese espacio de tiempo, por más que se explique, sólo puede ser entendido por las dos únicas personas del mundo que formaron parte de ella en un único momento determinado. Y ser una de esas personas vale más que cualquier oro del Perú.
Merece la pena estar ahí, las infinitas horas de consulta o de guardia que hagan falta si uno sabe que la próxima consulta sagrada está acechándonos, y que en cualquier momento va a volver a aparecer…
Que “la inspiración existe, pero tiene que pillarte trabajando” ya lo dijo Picasso. Que todas las consultas tienen parte de sagradas por lo que implica sacar los miedos al sol, lo valoramos, y que eso haga que cada consulta deba ser mimada y estudiada, lo sabemos. Que hay preguntas que hay que hacer y a quién mejor que a tu médica o médico lo vivimos. Que hay momentos claves en la vida de las personas que marcan quiebros en su camino y necesitan salvar sus dudas, lo escuchamos y acompañamos. Que hay situaciones en las que tomar decisiones que afectan a tu salud no es fácil y necesitas que tu médico o médica te aclare las ideas, te entienda y no te enjuicie, lo sentimos en cada poro de la piel. Que hay consultas para pedir perdón y para perdonar, consultas para compartir miedos y soledades, otras para tomar tensiones y sentirte cuidado por alguien, consultas para aliviar dolores de músculos y del alma, lo vivimos a diario. Lo disfrutamos en tanto y cuanto somos aquella persona en la que el paciente confía sus miedos, lo vemos en todas las edades y circunstancias, nos hace sentir vértigo por la dimensión de las consecuencias de nuestros gestos y palabras. Hay consultas para todas y todo.
… y hay algunas realmente sagradas, las que nos hacen vibrar, las que nos hacen estar siempre atentas para que no se escapen, las que hacen que pares el reloj, las que nos hacen temblar por dentro… y es que… “las consultas sagradas existen, pero tienen que pillarte trabajando”.
Blanca Valls Pérez. Residente de MFyC en CS Albayzín. Granada
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