Durante la presente semana se celebra la
Inmaculada Concepción de la Virgen, por lo que cada 8 de diciembre miles de
peregrinos se trasladan principalmente a pie o en bicicleta al Santuario de Lo
Vásquez ubicado en la Ruta 68 a 85 km de Santiago y 34 km desde Valparaíso, muchos
de ellos asisten para solicitar favores – o pagar deudas por favores
concedidos- que le han pedido a la Virgen, otros lo realizan como actividad
deportiva o recreacional, sin embargo no se puede desconocer el fuerte poder
que tienen las creencias espirituales en la vida de un alto porcentaje de la
población.
El
concepto de espiritualidad se puede entender como “búsqueda personal para
entender las respuestas a las últimas preguntas sobre la vida, su significado,
y la relación con lo sagrado o lo trascendente, que puede o no conducir al
desarrollo de rituales religiosos y la formación de una comunidad” Koenig,
Mccullough y Larson (2001, citado en Bañó, 2011, p. 23), la espiritualidad se
puede relacionar con la religión, el yoga, la meditación u otras creencias
personales. En esta línea se puede entender que las personas están conformados
por múltiples factores que afectan la percepción de bienestar o malestar: somos
mente, cuerpo, relaciones y creencias, entre otros.
Desde el campo de la salud el ámbito de las
creencias espirituales ha estado cargado de connotaciones negativas y
estigmatizadas, principalmente asociadas a elementos patológicos o como anexos
a la vida de las personas, por lo que muchas veces los profesionales de la
salud no suelen inmiscuirse en un mayor grado puesto que representan elementos
de gran controversia a nivel cultural y de desconocimiento. Sin embargo, en las
últimas décadas se ha estudiado con gran interés cómo los psicólogos u otros
profesionales del área de la salud podrían responder de un modo respetuoso y
constructivo ante temáticas religiosas y espirituales de sus pacientes.
Se estima que existen una amplia gama de
estudios que avalan la espiritualidad y religión como un factor importante
dentro del área de la salud, tanto física, mental y social, por ejemplo en la
salud física, los estudios se han enfocado en la actividad inmunológica,
enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, neurológicas y dolor. En
relación a la salud mental se ha enfocado a las adicciones, suicidio,
delincuencia, ansiedad-depresión, estrés, esquizofrenia, psicotismo y
trastornos bipolares. Baldacchino y Buhagiar (citado en Quinceno y Vinaccia,
2009) observan que las personas frente a situaciones de enfermedad aumentan sus
niveles de espiritualidad, es así como frente a la experiencia de pérdida de
control personal los sujetos tienden a buscar un poder más alto o un Dios que
permita encontrar propósitos de vida y lograr enfrentar experiencias
estresantes (Koeing, George y Siegler citado en Quinceno y Vinaccia, 2009).
La
forma en que los profesionales de la salud mental pueden responder de manera
efectiva y constructiva a temáticas emergentes como la consideración de la
espiritualidad, el género, las etnias, la cultura y la sexualidad, entre otros;
en los procesos terapéuticos, plantea un desafío en la formación, puesto que
implica un ejercicio de compromiso y comprensión de aquellas esferas de la vida
íntima que muchas veces son juzgadas negativamente por la sociedad (Aten y
Hernández, 2004).
Una vez comprendidas las nuevas significaciones
sobre espiritualidad y religión, se hace necesario que los profesionales de la
salud se asocien y aprovechen las riquezas que presentan estas creencias y
prácticas como oportunidades constructivas y llenas de simbolismo en la vida de
ciertas personas que suelen ser pilares fundamentales en momentos de enfermedad
o dolor.
Blanca Amo Galaz.
Interna de Psicología.
Universidad Central de Chile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario