El miedo, la angustia y ansiedad son manifestaciones normales, propias del desarrollo e inherentes a la vida humana. Son experimentadas desde temprano como una emoción intensa, de carácter desagradable e implica la captación de un peligro que amenaza la existencia física y psíquica del individuo. Las temáticas ansiosas normales cambian dependiendo de la etapa evolutiva y las tareas a las que nos enfrentemos. Se ligan a las nuevas experiencias del desarrollo, tomando un valor adaptativo en la medida que alertan sobre potenciales peligros, preparándonos para reaccionar y permitiéndonos utilizar distintas estrategias para su afrontamiento. Se ha visto que algunos de los miedos más frecuentes durante la infancia y adolescencia son:
0-6 meses: Pérdida de soporte, ruidos fuertes.
6-24 meses: Comienzan los temores a la oscuridad, a lo desconocido y a la separación. Aparece la angustia frente al rostro de un extraño, que se relaciona con el temor a la separación y a la ausencia de la madre.
2-4 años: Se amplía la naturaleza de los miedos, tales como; ruidos fuertes, animales, oscuridad, separación, cambios del entorno.
5-6 años: Animales, lesiones corporales, seres sobrenaturales, oscuridad, fenómenos naturales, dormir o estar solos, separación de los padres.
Edad Escolar: Temores acerca del rendimiento escolar, rechazo de los pares y el miedo a la muerte.
Adolescencia; 12-15 años: Temor al fracaso social- académico, aparecen problemáticas relacionadas a la identidad de género, rol sexual, aceptación del grupo.
15-18 años: Planificación del futuro, sexualidad, aceptación grupal, miedo a la muerte.
Las diferencias entre la angustia normal y patológica están principalmente en sus características y modos de presentación, algunos de los cuales serán expuestos en el cuadro a continuación.
Como hemos visto, la angustia se presenta como un mecanismo necesario para nuestra adaptación y sobrevivencia, sin embargo, es importante tener en cuenta que ésta puede tornarse problemática y así patológica cuando pasa a interferir con el adecuado funcionamiento del individuo.
Va a ser de suma importancia, por lo tanto, identificar esta última, ya que diversos estudios muestran la eficacia de la prevención de los trastornos de ansiedad aplicando intervenciones tempranas, tanto en el contexto escolar o entrenando a los padres en estrategias de manejo adecuadas en etapas iniciales.
Benjamín Lennon G.
Interno de Psicología,
Universidad Gabriela Mistral.
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