Se comparte artículo publicado en periódico nacional, que evidencia cómo la investigación médica en Chile descubre cómo el ejercicio, parte del manejo no farmacológico, es fundamental para ganar la batalla contra la diabetes.
La insulina es una hormona que produce el páncreas y que llega a la sangre. Su función es ayudar a la glucosa (azúcar que se forma después de comer) a entrar en las células del cuerpo y que sirve como combustible para el cuerpo. En las personas con diabetes tipo 1, el páncreas no produce la cantidad necesaria de insulina y el azúcar se acumula en el torrente sanguíneo. Mientras que en las que tienen diabetes tipo 2 o resistencia a la insulina, la insulina que produce el páncreas no cumple su función.
En ambos casos, hacer ejercicio es una herramienta eficaz para reducir los índices de glucosa en la sangre, algo que tanto médicos como científicos saben hace tiempo. Pero hasta ahora se desconocía el mecanismo que explica por qué la actividad física ayuda a controlar esta enfermedad. Eso es precisamente lo que descubrió un equipo de científicos del proyecto Némesis de la U. de Chile.
El equipo de investigadores, dirigidos por el doctor Enrique Jaimovich, observó que cada vez que un músculo del cuerpo se contrae y se relaja, se libera una sustancia llamada ATP (trifosfato de adenosina). Esta molécula es usada como combustible de todas las células y regula el flujo de energía en el organismo y el metabolismo del músculo.
Por eso, cuando se practica ejercicio, se liberan y se utilizan grandes cantidades de esta sustancia. Lo que los expertos descubrieron es que cuando eso sucede, esta sustancia actúa reemplazando la función de la insulina.
Es la primera vez que se describe qué sucede tras la liberación del ATP y el rol que éste cumple en el combate de la diabetes. “En esta investigación descubrimos que el ATP regula mecanismos relacionados con el modo en que el cuerpo consume la glucosa, enviando una señal al músculo para que aumente el transporte de glucosa hacia el interior de las células, reduciendo la cantidad de glucosa en la sangre”, dice Jaimovich.
Según explican los expertos, este descubrimiento es totalmente novedoso: se sabía que la actividad física era beneficiosa para los pacientes con diabetes, pero no cómo ni por qué éste les hacía bien.
En la investigación, los expertos usaron cultivos de células musculares de ratón, a las que aplicaban impulsos eléctricos para contraerlas y relajarlas. Eso hacía que liberaran ATP. Siguiendo de cerca el rol de esta sustancia, pudieron descubrir que ésta actúa sobre receptores que están en la membrana de las células, desencadenando una cascada de señales muy similares a las que genera la insulina y que favorecen el transporte de glucosa en el torrente sanguíneo.
El hallazgo, que se publicará en la revista internacional Diabetes, no fue el único que realizó este equipo. También descubrieron que la molécula ATP también está relacionada con la adaptación que realiza el músculo en el ejercicio y explica cómo la fibra muscular de una persona cambia según el tipo de ejercicio que realiza (diferencia entre un maratonista, un levantador de peso o un velocista, por ejemplo).
En una segunda etapa de investigación, Jaimovich y su equipo (César Osorio y Ariel Contreras) estudiarán el tipo de ejercicio y la cantidad de tiempo de práctica que se necesita para que éste sea beneficioso para la diabetes tipo 1 y 2. “El tiempo de ejercicio es un trabajo que está pendiente. Es difícil extrapolar el trabajo de laboratorio a una receta, pero lo que hicimos, lo logramos con cantidades pequeñas de ejercicios y tiempos cortos. Tampoco da lo mismo el tipo de ejercicio: hay ejercicios de alta intensidad que son característicos de las fibras musculares que hacen fuerza, y hay otros de menor intensidad que son propios de las fibras que hacen resistencia. Estos últimos liberarían más ATP”, dice el experto.
Se agradece aporte de Dr. Saavedra en la difusión de este artículo.
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