Los
pacientes lloran durante los encuentros con su médico de cabecera. Hay
quien llora porque teme morir (paciente terminal). Quien llora porque es
el aniversario de la muerte de la hija. Otro llora porque ha perdido el
trabajo. Quien llora porque tiene diarrea y está sola. Llora porque su
marido es alcohólico. Porque su hermano está en un psiquiátrico. Llora
porque le ha pegado su esposo. Llora porque está deprimido. Llora porque
sus dos hijas han vuelto a vivir a casa, por problemas económicos.
Llora porque su cocina ha ardido. Llora porque teme tener cáncer. Llora
porque está embarazada (y no quería). Llora porque no está embarazada (y
quería). Llora porque vive sola y se ha muerto su perro. Llora porque
le ha vuelto el dolor de cabeza. Llora porque no acepta su deformidad
congénita. Llora por su pobreza. Llora y no quiere explicar el porqué
Aproximadamente
la frecuencia es de 8 por mil en la consulta del médico general/de
familia. Es una frecuencia frecuente, mayor que la de neumonía, la
amigdalitis estreptocócica, el cáncer de tiroides, la gonorrea, el
cuadro agudo de gota, y otros muchos problemas de salud. Sin embargo a
los estudiantes y residentes nadie suele explicarles cómo reaccionar
ante el llanto, ni frente a las lágrimas de los pacientes. Hablamos de
bio-psico-social, pero somos puramente biológicos. Y ni siquiera sabemos
de materiales augéticos, ni de cómo deformarnos para acoger, ni de
crecernos ante el sufrimiento y ante el dolor que oprime y encoge.
¿Qué sabemos del dolor y del sufrimiento de nuestros pacientes, de su llanto y de sus lágrimas?
Juan Gérvas (jgervasc@meditex.es) es médico general y promotor del Equipo CESCA (www.equipocesca.org) @JuanGrvas
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